Bárbara Santana Rocha: El aquelarre

Unas vueltas más y estaría lista la salsa. El aroma de chile ancho y comino llenaba la casa. Sabía que no estaba sola y además las otras llegarían pronto. El crepitar de la olla sobre la estufa eléctrica se mezclaba con el suave susurro de la masa que reposaba bajo una manta que la protegía del sol de la tarde y la mantenía calientita en su sueño vivo. En la puerta, una gatita barcina se acicalaba las patas delanteras, lamiendo con paciencia cada rincón entre sus dedos. Entre hervor y hervor, se secaba las manos en un mandil a ratos … Continúa leyendo Bárbara Santana Rocha: El aquelarre

Yvonne Yolotzin: La comida de mamá

Mi mamá siempre me hace de comer todo lo que me gusta. Lo primero que veo en la gran mesa son las tostadas de tinga, con sus frijolitos bien machacados. Tampoco puede faltar la jarra de agua de limón. Ella es la única persona que la hace como a mí me gusta, bien dulce y fría. Todavía recuerdo cuando jugaba fútbol con mis amigos y entraba corriendo a casa porque sentía la garganta seca. Ella no me dejaba tomar agua hasta que “me enfriara”, como solía decir. Y ahora, puedo tomar agua, a pesar del gran viaje que he hecho. … Continúa leyendo Yvonne Yolotzin: La comida de mamá

María Gorodentseva: Velorio

La abuela murió de golpe. Lo último que recuerdo de ella es cómo se ajetreó en la cocina preparándonos bocadillos para el tren. Toda la familia había viajado a la ciudad para el jubileo de una tía segunda, solo mi abuela se quedó en casa. Dos días después de nuestra partida, una vecina se preocupó y entró en nuestra casa: la abuelita había yacido sin vida en la cama, las manos cruzadas en el pecho, en una isba helada y vacía. Por supuesto, inmediatamente regresamos al pueblo.  Los padres atónitos, especialmente mi mamá, a quien daba miedo mirar en aquellos … Continúa leyendo María Gorodentseva: Velorio

María del Carmen Trejo Colchado: 24 mujeres

La mesa estaba puesta en el centro del jardín. Aunque hubiéramos cabido todas dentro de la casa, decidimos cocinar afuera. Nuestras ocho invitadas llegaron juntas, a las siete de la mañana. Despuntaba el sol y la casa resplandeció con una blancura inusitada que encendió los corazones de las dieciséis ansiosas que esperamos el maravilloso encuentro. Mi madre ya tenía preparada una gran olla de café con canela y piloncillo. Mis sobrinas, mi hermana y yo llevamos en charolas un montón de piezas de pan dulce y fruta fresca. Abrazos infinitos. Alegría desbordada por los ojos. Palabras y risas nuevas. Caricias … Continúa leyendo María del Carmen Trejo Colchado: 24 mujeres

Diana Hernández: La primera cera

En la víspera del Día de Muertos, acompañaba a mamá y a mi abue al mercado. Al principio íbamos en el coche del tío Juanito. Él era taxista, le gustaba la tomadera y la cantada, era el más alegre de las fiestas y a mí siempre me consentía. Un día se mató en su carro, dijeron que fue por ir manejando borracho, pero luego él me dijo que no era cierto. Entonces tuvimos que ir en taxi porque a mi abue no le gustaba subirse a los camiones, era muy chaparrita y no alcanzaba los escalones. Al llegar al mercado, … Continúa leyendo Diana Hernández: La primera cera

Valeria Colín: La no madre

Te veo buscando unos cerillos. Me gustas. Tu apariencia de gato, tus movimientos de onda. ¿Me das fuego? Te pido sin saber que la oración es casi un conjuro. Durante el invierno nos conoceremos mejor; aprenderemos las formas, los pliegues, los olores. Tú hueles a manzanas, yo a pan de elote. Pasaremos largas horas en tu departamento, hablando hasta que las palabras dejen de tener sentido por sí mismas y empiecen a darnos sentido a nosotros, dos seres con dos historias. Se tejerá en nuestra memoria la imagen precisa del otro. Me besarás. Yo, friolenta y sin herramientas para templarme, … Continúa leyendo Valeria Colín: La no madre

Ana Gabriela Morales Ríos: Los designios del padre

¡Es una lástima verte en este calabozo! Aquí los días, los meses, son como miasmas que irán inundándote por dentro, hasta que sientas que los muros de tu piel, esos que antes te protegían, se van desquebrajando poco a poco y cada vez más, si intentas resanarlos. Eres muy joven pero ya irás entendiendo que les urgía borrarte de su universo perfecto, te condenaron al abandono y al juicio de los demás, somos lo que se esconde debajo de la alfombra. ¿Has pensado cuáles son tus existimentos? Esos motivos o porqués para imaginar con júbilo que un día saldrás de … Continúa leyendo Ana Gabriela Morales Ríos: Los designios del padre

Micaela Sánchez: Litio

Las redes sociales colapsaron, los últimos tuits confirmaban un apagón mundial. @NASA hablaba de un campo magnético acercándose a la tierra que afectó a los electrones, el confinamiento por Covid-19 no ha terminado, tampoco el 2020.      Llevamos cinco días sin energía eléctrica, cuando todo se apagó, mi celular tenía el 15% de batería, logré leer la catástrofe y sentir el estremecimiento. —Valimos madre—, pensé. Desde la ventana del depa veo una esquina neurálgica, Tlalpan y Eje 6. No hay metro, la gente camina sobre las avenidas, son muchos. Los pocos autos van despacio y por el carril de baja. … Continúa leyendo Micaela Sánchez: Litio

Ana Gabriela Morales: Zona del Silencio

La fantasía se va confundiendo con la realidad a cada paso. Cuando la hicieron entrar casi a rastras a ese cuarto frío y le pidieron identificar su cuerpo, Cora se acercó demasiado, con los ojos llorosos muy abiertos. Parecía él, pero necesitaba buscarle las pestañas de aguacero tupido, necesitaba acercar su nariz a esa zona del cuello, casi detrás del oído. Dame un sorbito de felicidad, déjame acercarme para percibir nuestro aroma en tu piel. ¿Dónde terminas, canija, en qué parte de mi ser? Juega conmigo a oler los recuerdos de nuestra historia. ¿Quieres un cafecito con canela? No. No … Continúa leyendo Ana Gabriela Morales: Zona del Silencio

Melanie Márquez: Me siento muy bien

Recibo una carta por la mañana que dice que el hombre que amo está muerto, que ha sido pisoteado por elefantes blancos. No lo he visto en años, pero pienso en él cada vez que hago la cama, cada vez que pongo la mesa. Pienso en lo perfectos que hubiéramos sido juntos. Podríamos haberlo tenido todo. Cuando llego a su casa con una botella de anís para presentar mis respetos, lo encuentro en la ventana, mirando la hilera de colinas. No está muerto en absoluto y no muestra signos de haber sido pisoteado: su ropa está perfectamente almidonada y planchada. … Continúa leyendo Melanie Márquez: Me siento muy bien