Cristina Perbian: Yemayá

¡Yemayá! Eres hija de Yemayá. Un hombre al que llamaban el padrino me colgó un collar de cuentas blancas y azules, mientras me decía quién era mi madre. Y yo sólo miraba a mi madre, la que conocía, sentada en una silla en el rincón de ese lugar que olía a coco viejo y a algo que había olido antes, pero no recordaba a qué. La mirada de mi madre era creyente. En sus pupilas se reflejaba el asombro de ver caer cáscaras de coco en el piso, con símbolos tallados que aseguraban decir la verdad. Sus ojitos aceitunas no … Continúa leyendo Cristina Perbian: Yemayá

Alejandra Olivas Dávila: Entidades olvidadas

Muchas leyendas, relatos, y los seres mitológicos que describen, han quedado en el olvido. Así como una casa abandonada que ya nadie habita, así las entidades olvidadas que vamos dejando atrás. Soy fotógrafa experimental, norteña, feminista cuir y neurodivergente. La fotografía me sirve de escape artístico y me permite explorar conceptos de cotidianidad y divergencias por medio de fotografía urbana y nuevo documentalismo biográfico. Me gusta utilizar fotografía digital, análoga, híbrida y cianotipia. Continúa leyendo Alejandra Olivas Dávila: Entidades olvidadas

Carmen Macedo Odilón: Besito en la frente

Bajo la escalera y corro a la entrada.  —¿Llaves, Chivis? —Sí, mamá. Deslizo el pasador de la puerta. —¿Identificaciones? —Sí, mamá. Abro. —¿Comunicador?, ¿machete-vegetal?, ¿desintegrador de inorgánicos?, ¿botella de agua?, ¿guantes y gorro?, ¿ri… —¡Mamá, tengo prisa!, luego nos vemos. —Óyeme, la bendición.  Alzo los ojos ante el rito de cada mañana. Mamá pide que regrese sana y salva, luego me da un besito en la frente. —Te quiero, ma’, hasta la noche. El paraje rumbo a la carretera es solitario. A lo lejos se escuchan gruñidos, es temporada de hibernación para los osos de casquete gris. Mi olfato detecta … Continúa leyendo Carmen Macedo Odilón: Besito en la frente

Rosario Castillo Zenteno: Nadie sepa para quién trabaja

I Rose es mexicana, emigró desde muy pequeña, se casó en Pensilvania con un gringo. Perfecta. Con su falda verde y su suéter azul, acompañada de su esposo y su hermano pequeño. Sabía que estaba enferma pero comenzó a decirme que tenía un cáncer agresivo mientras íbamos en el auto, ella en la parte trasera y yo de copiloto, manejaba su esposo Frank, a punto de llegar a mi clínica. Estudié medicina pero ellos piensan que soy una reportera investigando sobre curaciones milagrosas, sobre santos. Rose quiere ser santa, piensa que su sola fe logrará convertirla en una. —…primero Dios, … Continúa leyendo Rosario Castillo Zenteno: Nadie sepa para quién trabaja

Aileen Borghols: Noche de nieve

Tal vez no había sido la decisión más inteligente que había tomado en las últimas horas, huir a mitad de la noche hacia el bosque, desarmada, rodeada por el ejército enemigo, apenas cubierta por una manta que encontró durante su huida. Pero tampoco es que la hubieran dejado con muchas opciones. Como la última sobreviviente de la familia real era la comandante del diezmado ejército; pero, ninguno de los generales, capitanes y demás se habían detenido a escucharla o explicar sus estrategias. Claro, si resultaban fallidas, con un par de palabras dejaban en claro que habían seguido sus ideas, que … Continúa leyendo Aileen Borghols: Noche de nieve

Ana Jácome: Antes de dormir

Abre la puerta. Su hogar la llena con un abrazo. Cierra. Afuera se queda lo que no debe entrar. Está sola, se transforma. Sobre la mesa deja lo que carga de más: la bolsa, las sombras y las palabras no dichas. Se saca los anillos que la protegen y los collares que la adornan. Con agua fresca lava las dudas, se borra la cara con algodón, se suelta el cabello, serpientes al viento. Una a una se quita las prendas, su blusa que es dócil,  la falda sensual, las botas que atrapan el suelo. Ligera, flota hasta el cuarto de … Continúa leyendo Ana Jácome: Antes de dormir

Ross Sotomayor: El vuelo

Julio César, gracias por tus obsesiones… La noche del treinta de octubre, de esas rarezas de calendario que representan para muchas culturas rituales anules y la insistencia tonta por usar esos calcetines holgados, extraños y desgastados, como si fueran un par de costales que guardaban algo sucio en su interior, escondiendo tus pies, hizo que todas mis obsesiones comenzarán aquí.  Recuerdo que hacía calor en la alcoba pero tú insistías en cubrir tus pies de mis inquisitivas miradas, mientras los acomodabas diciendo que el piso era frío. Te recuerdo hablándome con tono extraño: «el frío y la muerte llegaban por … Continúa leyendo Ross Sotomayor: El vuelo