Vanessa Giacoman: La niñera loba

Siempre supe que Annette tenía algo raro, mis papás no querían que me quedara solo en casa mientras ellos trabajaban; pero ahora que lo pienso, quedarme con ella era mil veces más peligroso.

Todavía la recuerdo y se me crispan los nervios, trato de no pensar en aquella época de mi vida, mi corazón late sin control, hay cosas que uno no puede olvidar por mucho que intente, cosas que quedan dentro de la memoria como un tatuaje.

Todo comenzó un lluvioso agosto cuando tenía 10 años, vivía junto con mis padres y mi hermana de 8 años. Tuvimos una infancia diferente, mis papás se preocupaban por nuestra educación y por eso, en casa no teníamos televisión ni teléfonos celulares, menos una conexión a internet.

Nuestro padre estaba convencido de darnos lo mejor, permitiéndonos el acceso a su tan orgullosa biblioteca en casa, donde podíamos leer todos los libros que teníamos a nuestro alcance, desde Poe hasta Julio Verne y muchos otros. Sinceramente yo era el que menos leía, prefería escuchar música del viejo tocadiscos de papá sin que él se diera cuenta, pero Lupe, mi hermanita, se comía los libros como galletas.

Cuando me pescaron tratando de ver televisión de la casa del vecino a través del telescopio de la ventana, mis papás decidieron buscar una niñera, ya que pasaban mucho tiempo fuera; trabajando y dejándonos sin supervisión.

— No soy tan pequeño como mi hermana para necesitar una niñera. ¿Por qué no conseguimos una televisión como todo el mundo?

— ¡Miguelito, no puedes cuestionar la decisión de tu padre! Siempre serás mi bebé y conseguiré lo mejor para ti.

— Además, tú te lo buscaste- dijo papá – anímate, hijo, la nueva niñera traerá muchos juegos didácticos para entretenerlos.

¿Yo me lo busqué? Tenía un mal presentimiento de la nueva niñera y confieso que estaba nervioso el día que la iba conocer.

— Espero que no nos cocine y nos convierta en sopa – le dije a mi hermana para asustarla un poco.

— No puedes asustarme idiota, he crecido leyendo cuentos de terror.

El primer día del mes, en una noche despejada, conocí a la nueva niñera. Una joven de 17 años con cerquillo y lentes, vestía una playera verde chillón y jean; parecía muy habladora y malhumorada.

— Les presento a la niñera- dijo papá- ella es Annette.

— Pero si son tan lindos y adorables que me los comería a besos- dijo la niñera y pellizcó nuestros cachetes- estoy ansiosa de jugar con ustedes- agregó.

— Volvemos del trabajo al amanecer, pórtense bien niños y muéstrenle sus juguetes a Annette. Los amamos.

Aquí empieza la historia, pero falta lo peor, Lupe estaba más entusiasmada con la nueva niñera y no sólo le mostró la biblioteca, sino que le mostró su cuarto con todas sus muñecas, las dos parecían encantadas de conocerse, pero yo me sentía aburrido con pura cosa de chicas.

— Te veo aburrido y no te culpo, no tienes nada divertido en tu casa- dijo Annette y sacó de su cartera un Nintendo portátil lleno de juegos, y me lo prestó- disfrútalo niño, será nuestro pequeño secreto.

Nunca pude imaginar jugar con un Nintendo, me sentía en el paraíso, era como viajar a muchos mundos y yo era un nuevo personaje en cada juego. Mi padre se moriría si supiera que tengo este juego y despediría a la niñera instantáneamente.

Todas las noches esperábamos con ansias a Annette, era muy divertida y sabía lo que queríamos, llevaba juegos divertidos y jugábamos por horas con ella hasta cansarnos. Cuando nos acostábamos, nos cantaba con una guitarra antes de dormir. En realidad, deseábamos que no se fuera nunca y viviera con nosotros por siempre

Pero una noche, exactamente el 15 de agosto, fue un día diferente… aterrador. Mientras esperábamos a Anna, como le gustaba que le llamáramos de cariño, entró por la puerta una mujer extraña.

— ¿Anna? – era una mujer diferente, llevaba un abrigo grande negro de piel, el cabello desgreñado, un olor extraño, muy peculiar y además se escuchaba un gruñido de furia.

— ¿Anna, eres tú?

— ¡SOY ANNEEEEEETTE! -ese fue el grito más espantoso que escuché en mi vida. Corrí por instinto en busca de refugio a ocultarme y vi cómo mi hermana se quedó petrificada por el miedo en el pasillo.

Annette o lo que sea, se dirigió a ella como si fuera un monstruo para devorar a su víctima, tuve que volver y alejar a Lupe del brazo para salvarla de tal envestida. Corrimos y nos ocultamos en un clóset de libros, mientras escuchábamos los gritos aterradores, que parecían aullidos de lo que fue nuestra niñera.

— ¡NIÑOOOSSS! NO SE ESCONDAN DE MÍ, ¡NIÑOOOOOSS AAAAAUUUUUUU! Lupe estaba tan aterrada que no pudo evitar mojar sus pantaloncitos de miedo.

— Tranquila hermanita, no dejaré que te pase nada- le dije dándole un abrazo.

— Ella es… ¡es un licántropo! -gritó aterrada.

— ¿Un qué?

— Una mujer lobo, nuestra niñera se convirtió en lobo.

— ¿Cómo sabes eso?

— Hoy es luna llena, lo leí en un libro.

— No te creo, los hombres lobo no existen y menos las niñeras lobo- le dije.

— Salgamos y te lo voy a mostrar, no debemos tener miedo, eso los hace más poderosos.

Salimos del clóset con mucho cuidado y en silencio fuimos a ver a la niñera.
Nos escondimos detrás de unas plantas, ella estaba ahí en el sofá, se veía tan imponente con ese abrigo de pelo de piel negra, gruñendo y devorándose todo lo que encontraba en el refrigerador. Tenía el cabello desordenado y decía algunas palabras entre sus dientes que pudimos escuchar… “Desgraciados, los odio a todos, malditos, malditos”, y palabras que teníamos prohibido decir en casa se hacían cada vez más fuertes.

— Leí en un libro que los licántropos u hombres lobo se convierten en luna llena y les crece pelo negro, aúllan y devoran todo lo que está a su paso, no recuerdan lo que eran antes de convertirse en lobo y podrían matar incluso a su mejor amigo sin darse cuenta, o aún peor, podría mordernos y convertirnos en lobos -susurró Lupe.

— ¿Lo dices enserio? – no quiero convertirme en lobo, ¿qué hacemos hermanita?

— Si le decimos a nuestros papás, no nos creerán, debemos esperar a que salga el sol.

Con mucha calma nos encerremos en el cuarto e intentamos dormir sin éxito, ya que no podíamos dejar que subiera la niñera loba a devorarnos mientras dormíamos.

Al día siguiente se había ido y no supimos de ella por una semana hasta que volvió. Esa noche estuvimos asustados, pero vimos a nuestra maravillosa niñera de siempre. Tengo que aceptar, que le teníamos mucho cariño. Ella era la misma de la primera vez, nos trajo helado y jugamos mucho, fue tan divertido que olvidamos aquella noche tan terrorífica, pero se acercaba el día 15 del mes, cuando era luna llena y sabíamos que podría volver a convertirse en la niñera lobo. Ese día nos preparamos haciendo un escondite, queríamos recuperar a nuestra niñera sin hacerle daño, pero no sabíamos cómo.

Cuando vino, fue como la anterior luna llena, con un abrigo de piel de pelo negro, cabello enmarañado y un grito aterrador como un aullido. Se veía peor que la última vez, unas lágrimas negras salían de sus ojos. Corrimos y nos dimos cuenta de que iba detrás de nosotros. La escuchamos decir algo con mucho enojo.

— NIÑOOOOSSS, NO HUYAN DE MÍ, MALDITOS. AAAUUUUUUUUUUUUU.
Yo logré alcanzar el refugio, pero mi hermana no tuvo la misma suerte, fue capturada por la niñera lobo. Tuve mucho miedo, pensé que la devoraría, pero no, se la llevó a su cuarto.

— Muéstrame tus muñecas- le dijo Anna.

Tuve una pizca de esperanza de que nuestra niñera volviera a ser la misma y que nos recordara. Se encerraron en el cuarto de muñecas y no pude entrar a proteger a mi hermana, me quedé tocando la puerta hasta que por debajo me pasaron una nota, era la letra de mi hermanita: “Estamos jugando a las muñecas, estaré bien, ve a dormir”.

Al día siguiente desperté y busqué a mi hermana, ella estaba bien, arropada en cama.

— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? – le dije preocupado.

— Estoy muy bien, estuve muy asustada, pero Anna se acordó de mí y jugó conmigo a las muñecas, aunque no dejo de gruñir y decir groserías mientras jugábamos.

— Qué pesadilla, jamás estuve tan asustado por ti, prometo no abandonarte nunca más hermanita.

Cuando la abracé, sentí la duda de que la niñera lobo, hubiera convertido en licántropo a Lupe.

Desde esa noche, nunca más volvimos a ver a Annette y la extrañábamos, pasaron muchas niñeras, pero ninguna fue como ella. Al menos estábamos seguros de que no nos iban a devorar por las noches.

En cuanto a Lupe, pasaron cuatro años, muchas lunas llenas y nunca la vi convertirse en mujer lobo. Hasta que justo en noche de luna llena, mi hermana cambió de humor, lloraba lágrimas negras y cambió a una actitud tan rabiosa y enojada, que no había algo más terrorífico que toparse con ella y con su pelo enmarañado. Se puso un gran abrigo negro y empezó a devorar todo lo que encontraba a su paso, no sin antes gruñir y gritar con aullidos: “NADIE ME COMPRENDE, LOS ODIO A TODOS, AAAUUUUUU”.

Y así fue como mi hermana se convirtió en licántropo, cada luna llena de cada mes se encerraba en su cuarto y se escuchaban gritos, aullidos y gruñidos. Mamá le llamó con un nombre que no recuerdo bien, era algo así como «sus días difíciles» y decía que era cosa de chicas, pero yo no lo creía, estaba seguro que mi hermana se había convertido en un licántropo, porque de seguro le mordió la niñera lobo.

Aunque nadie me lo va a creer.

Vanessa Giacoman Landívar. Escritora y Lingüista boliviana. Es la creadora de la saga “Luznar” que ya va en su 6º tomo, y “Antología de las Sombras”, que va en su 5º tomo. En su trayectoria desde el 2010 ha publicado 40 libros, siendo considerada una de las escritoras más destacadas de Bolivia en los géneros de terror y fantasía. También ha publicado poesía, siendo su obra más destacada “Mujer de Nada”.

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