¡El crujir de su corazón! ¡El alarido de mi sed! ¡El aruño de una cama!
Aberrante el desprecio por no sepultar mis años, lidiar con el horror a través de cada vida que tomo. Reniego lo que necesito. Cuando desciendo algo impulsa mi boca destino al cuello. Brota como el deseo la fiebre roja, latentes impulsos para la saciedad del vientre. Lo amaba, pero no podía frenarme, sino obedecer a mi naturaleza. ¡Me había prometido! ¡Él no! Fue su deseo anhelar mis pestañas en sus pestañas para siempre, no imaginaba que sería yo quien diera fin a ese sueño. Una madrugada me subí en él. Inmerso en el trance, lo besé. Envuelta en excitación aproximé la mandíbula, arranqué un pedazo de su cuello. Mi sed se colmaba con la sangre que salpicó mis pechos, abajo aún emanaba humedad de nuestro encuentro. Tomé un trozo de vidrio, agonizó entre mi llanto. Hematodipsia vampírica escala a la región del infortunio. Cada vez que me alimento recuerdo el volumen espectral de aquellos ojos desorbitados, la carne expuesta. Hoy continuo errante.
Diagnóstico clínico: condenarme a su ausencia y a la mía, pues desde ese lamento, ya no era yo quien me habitaba.

Verónica Olvera Rivas. (Poetisa Amada) Tampico, Tamaulipas. Escritora, autora de dos poemarios: Amo la llaga más no el cuchillo y Marejada del deseo. He cursado diversos diplomados y talleres, poeta participante de diversos festivales y antologías. Amo a mi ciudad, a los gatos, el café, la naturaleza muerta y la literatura de horror.