I guess it would be nice
Show me that things could be nice…
Tuve este arranque repentino de valentía. Tomé apresuradamente las llaves. A un paso de la puerta ella apareció a mi costado. Yo me congelé. El temblor de mis manos hizo que las llaves se me resbalaran y cayeran. Al chocar con el suelo, el ruido se unió con su risa diabólica.
—¡Qué estúpida!
Las lágrimas mojaban mis mejillas. Corrí para resguardarme debajo de las cobijas, donde estaba segura. Ella venía tras de mí. Escuchaba sus pesados y lentos pasos rechinar con la duela. El colchón se hundió cuando se sentó al lado de mí.
—No puedes salir. Afuera todo es malo, suceden cosas malas. ¡Puedes enfermar!, ¿y si te dan ganas de vomitar? La gente es mala, ¡te pueden matar!, ¿no lo entiendes? Estás mejor adentro.
Lloré hasta no poder respirar. Hundí mi cara en la almohada para ahogar mis gritos, para ahogarme. Ella acariciaba mi pelo. Me quedé dormida.
Al día siguiente me levanté y me lavé la cara, hinchada de tanto llorar. Vi las llamadas perdidas. Marqué en mi calendario: 935 días. Llamé a mi madre:
—Lo siento, mamá. Ella apareció de nuevo…

Daniella Cabellero. Soy mujer y vivo en la Ciudad de México. Estudié comunicación social. Trabajo desde hace 9 años en la creación de contenidos digitales para la iniciativa privada y la sociedad civil. Soy lectora entusiasta de la escritura de las mujeres. Soy soñadora, melómana sin remedio, amante del olor a libro nuevo y del chocolate.