«Los declaro marido y mujer», dijo, y nos besamos.
Seguramente antes era una alcachofa.
Un juez me hizo mujer. Decidí ser cebolla.
Recé un padrenuestro y cinco avemarías.
¿La primera fue sumisión o miedo? Había sangre y rabia.
La rabia logró desaparecer.
Aquí debería haber tres puntos suspensivos.
La segunda, padrenuestros y avemarías.
La tercera, vómito y desconcierto.
Cuando la cuarta, expulsé una placenta.
La quinta capa es más gruesa, la de los cuidados y la crianza.
Había puños y rezos.
También domingos de parques.
Un día no me encontré.
Decidí ser cebolla y me cubrí de capas.

Micaela Sánchez. Estudié Biología cuando era morra y de ruca Literatura y Letras Hispánicas, en la UNAM. Fui la hija de, la esposa de, y la orgullosa portadora genética de tres sapiens maravillosos. Vivo en Santo Domingo Ocotitlán, un pueblo de montaña en Tepoztlán, Morelos. No entiendo nada.