Olivia Guarneros: Pesadilla

La quietud de la noche se quiebra con un grito. Me incorporo en la cama y miro hacia la cuna.  Renata llora desconsolada. Exclama una y otra vez:

—¡El diablo, mamá! ¡El diablo!

Imagino que ha sido una pesadilla. Trato de tranquilizarla mientras busco en el piso las pantuflas o las sandalias. Renata repite acongojada.

—¡Ahí está! ¡Mira, mamá! ¡En las sombras!

Todavía medio dormida, un tanto hastiada por el despertar tan brusco y después de un día terrible de trabajo, le aseguro que no hay nada.

—Son tus peluches, Renata. La Paty y la Rosita con los moños en la cabeza.

Me acerco al barandal para tomarla entre mis brazos. Quiero llevarla a la cama y consolarla. Pedirle que duerma a mi lado para velar su sueño y pueda dormir tranquila sin zozobra alguna.

Desde su lógica infantil me interpela:

—¡Enciende la luz, mamá! ¡Me lleva!

Estiro la mano para alcanzar el apagador. Un click minúsculo se asoma en mi oído. El resplandor molesto me interna en la realidad. Mi madre aparece asomada en la puerta. Aturdida por el ensueño apenas puedo levantarme. Tiento el bulto al lado mío, envuelto entre las sábanas. Busco y rebusco. Por más que quito capas, como una cebolla de mil pliegues, esconde su contenido. Una angustia se me atora en la garganta. Intento gritar y la voz apenas se asoma en un estertor ahogado. Me digo en voz baja:

—¡Es un sueño, Renata! ¡Despierta!

Abro los ojos después de un parpadeo eterno. Entrecierro una y otra vez. Trato de intuir en la oscuridad las formas conocidas: el tocador, la efigie de la lámpara sobre el escritorio rosado, el estante de muñecas encimadas una sobre otra, con sus bocas abiertas en un oh de sorpresa extenuante. Levanto la vista y ahí está. El ojo que me observa siempre. Donde intuyo cada noche, la mirada del diablo de la carne que me escoge. Trato de incorporarme; las cadenas en los tobillos y en las muñecas me atan a esta prisión horizontal. En cualquier momento, mi comprador girará la perilla y abrirá la puerta. Parpadeo una y mil veces. Ojalá en un abrir y cerrar de ojos habite en la pesadilla.

Olivia Guarneros es originaria de la ciudad de Puebla. Estudió la Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica, así como la Maestría en Ciencias del Lenguaje en la BUAP. En 2017, ganó el concurso de cuento “Mujeres en vida” con el texto “La cita” y en el 2020, el «Primer Concurso Iberoamericano de Cuento Fundación Elena Poniatowska y Ventosa Arrufat» con el cuento «Mictlanpapalotl».

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