A través de la ventana observó miles de planetas, algunos enormes y otros pequeños. Sin embargo, había uno que resaltaba entre todos, uno azul. Su belleza era magnífica, por ello, no tardó en imaginarse viviendo ahí, lejos de este planeta con hedor de sangre. Desafortunadamente, su fantasía se detuvo abruptamente. Pues aquellas criaturas que le habían capturado hace tiempo, otra vez estaban hambrientas. Así pues, luego de horripilantes torturas, su mente borró las calmantes visiones y sólo dejo el delicioso miedo al cual eran adictos esos seres.

Sandra Carolina Jiménez Pedroza, egresada de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas de la UNAM. Actualmente se encuentra realizando su tesis de licenciatura y está cursando el cuarto semestre en la carrera de Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM. Ha participado en varios coloquios sobre literatura, así como en antologías de cuento y minificción.
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