Jacqueline Alarcón: Banquete de medianoche

Canela y nuez moscada

Jengibre y miel

La hornilla presta, la llama avivada

La vajilla impoluta y la rabia menguada.

De vez en cuando, el tintineo de los cubiertos rompe el sosiego de las almas.

Después de cada tanto, el hambre atroz inunda su cuerpa condenada.

El ritual comienza con el rictus.

Su rostro se contrae

 Las aletas de la nariz se expanden como serpientes famélicas.

Los labios no resuelven:

 ¿Dejarse perder entre los placeres del banquete o dar ofensiva a los instintos débiles?

La furia hambrienta asesta el primer bocado.

Insaciable, consume todo a su paso.

Incendia, devora lo incierto… lo cierto.

Nunca es suficiente.

Un descuido la distrae del performance.

En el reflejo de la ventana,  su cuerpa resplandece. Siente asco.

La repulsión se extiende, mientras las risas penetran dolorosas en sus recuerdos.

La culpa la invade, enciende la rabia.

Sus entrañas iracundas explotan.

Se incendia y nadie lo nota.

Se incendia, pero no puede grítalo. 

Sus dientes rechinan, las mejillas  enardecen…

los puños descargan el primer golpe en el abdomen.

Quiere destrozar su cuerpa.

Hacerla pedazos para acallar las voces inquisidoras.

Comerla, sólo comerla.

Devora las uñas, la piel de los dedos.

Desprende pedazos de labio. Sangra.

Come, sólo come.  

Por alguna extraña razón, el dolor corporal le da calma.

Mastica su propia carne sin consideración. Se abandona al dolor.

Escritora. Feminista de tiempo completo, investigadora curiosa de la memoria histórica de las mujeres y defensora de la escritura como sanación. He colaborado en medios como El Universal, Grupo Fórmula, UAM radio; además de publicar en Círculo literario de mujeres, La Crítica, La rabia cine y Poesía de morras. Coordino la espacia feminista- Sala de escritoras.

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