Griselda Córdova: Sea su propio dios

Al signar el consentimiento informado, el arrepentimiento dejó de ser opción. Ahora, en nombre de la ciencia, mi único y último oficio consistía en caer. Eso, y llevar un registro de mis últimas palabras antes de que suceda.   Experimentar el Horizonte sólo había sido posible, hasta el momento, gracias a la precisión casi perfecta de los simuladores, pero sobre todo a partir de la formulación de una metafísica cuántica. Todo en el terreno de la abstracción más verosímil, pero abstracción, a fin de cuentas. Los registros comunales, que comprendían desde sus inicios hasta hace poco más de dos décadas, demostraban … Continúa leyendo Griselda Córdova: Sea su propio dios

Valeria Colín: La no madre

Te veo buscando unos cerillos. Me gustas. Tu apariencia de gato, tus movimientos de onda. ¿Me das fuego? Te pido sin saber que la oración es casi un conjuro. Durante el invierno nos conoceremos mejor; aprenderemos las formas, los pliegues, los olores. Tú hueles a manzanas, yo a pan de elote. Pasaremos largas horas en tu departamento, hablando hasta que las palabras dejen de tener sentido por sí mismas y empiecen a darnos sentido a nosotros, dos seres con dos historias. Se tejerá en nuestra memoria la imagen precisa del otro. Me besarás. Yo, friolenta y sin herramientas para templarme, … Continúa leyendo Valeria Colín: La no madre

Linda Acosta Rodríguez: Procesos, plenitud y contemplación

“El amor es libre; no puede existir en otra atmósfera.” –Emma Goldman–. Soy anarquista, busco autogobierno. Te conté mi historia con Luna y mi entrada al anarquismo relacional. Con Luna “siempre hubo amor”, nunca llegamos a una relación coital, aunque nuestras conversaciones además de intensas siempre fueron íntimas. Entonces me solicitaste que te definiera la palabra ‘amor’, para ti estaba sobrevalorado como emoción. Fue abrir un portal. Una definición académica, de tantas, hubiera bastado para cualquier otra persona. Tú, anarquista, buscabas relacionarte conmigo sin jerarquías. Venías de un matrimonio tradicional, en una pequeña ciudad de provincia, yo de un largo … Continúa leyendo Linda Acosta Rodríguez: Procesos, plenitud y contemplación

Majo Soto: Amor Mágico

Para Sam.   Mi mamá solía decir que las hadas, al contrario de otras criaturas mágicas o mortales, nos enamoramos solo una vez en toda nuestra vida. Hace un tiempo, unas alas de espuma blanca me interceptaron y recitaron palabras bonitas que yo confundí con amor. Lo que obtuve de esa relación fue perder la capacidad de hacer a las flores crecer y un ala rota que me dejó una cicatriz. Pasé mucho tiempo sintiéndome sola, después de que el ángel me abandonó en medio de un bosque, en un invierno frío y cubierto de nieve que casi fractura mis … Continúa leyendo Majo Soto: Amor Mágico

Gema Mateo: ¿Quién me mirará?

Son las tres de la tarde, arriba, las escasas nubes se contonean de un lado a otro, abajo, mis pies cansados e hinchados se sumergen en el asfalto caliente. No he vendido nada, así que regreso al cuarto, a lo lejos diviso el edificio. Un esqueleto más que un cuerpo, tatuado de grietas, en cada centímetro el moho se cuela entre ellas. Al entrar a este cuarto la oscuridad recorre todo el perímetro y percibo el aroma a humedad en las paredes que habito. Me parece que aquí adentro es más sofocante que caminar allá entre toda la gente que … Continúa leyendo Gema Mateo: ¿Quién me mirará?

Angélica Mancilla García: La ola 4.0

Las luminarias prenden intermitentes, a cada parpadeo de luz le sigue un sonido que recuerda a cientos de mosquitos electrocutados al mismo tiempo. Las más recientes protestas han hecho que el gobierno, en una medida desesperada, cerrara algunas subestaciones eléctricas. En el primer cuadro del centro es más evidente, no sólo es la falta de energía eléctrica, es también la basura, que han dejado de recolectar y ahora se concentra en pequeños montones que, con el aire, se esparcen por las banquetas; el olor apenas es soportable, de a poco se disipa con las fogatas de las esquinas. Sirenas de … Continúa leyendo Angélica Mancilla García: La ola 4.0

Un cuarto propio: Jimena De los Santos

Había terminado de barrer el piso de abajo, lo que pareció una eternidad; días u horas, daba igual, porque el cansancio le pesaba sobre los hombros, ya que el trabajo para mantener la casa limpia nunca terminaba. Al fin, solo faltaba la cocina, el gran santuario de historias que entre hervores y especias se iban relatando. Antes de entrar, recordó muy bien la enseñanza de su padre, don Emigdio: “las viejas deben entrar a la cocina con los pies descalzos y muy calladitas, no quiero ruido de cacareos en la cocina, solo la música de los guisos y las ollas”. … Continúa leyendo Un cuarto propio: Jimena De los Santos

Jenifer N. Luna: Ascalapha odorata

Las mariposas negras son señal de muerte, recuerda Esteban al ver una en la pared de la cocina. Hace caso omiso del insecto, toma la bolsa con los encargos, y sale de su departamento para encontrarse con su madre. Unos metros antes de llegar al panteón, encuentra un puesto de flores de cempasúchil. —¿A cuánto? —pregunta, interesado. —A treinta la docena. Esteban mira a la vendedora que está sentada entre los dos canastos de flores. Su cabello, recogido en dos largas trenzas, refleja los años que han pasado sobre ella. Un rebozo negro le cubre los hombros y el pecho. … Continúa leyendo Jenifer N. Luna: Ascalapha odorata

Ana Gabriela Morales: Coplas para volver a soñar

Esta caperucita sabe que el lobo vive en su propia casa. No es un desconocido el que cada noche abre la puerta de la habitación de la pequeña Zazil. Una mano cruel, mano enorme le tapa el grito y le cubre la carita. Pesadilla recurrente. La abuelita de Zazil tiene plantas que sanan. hierbas y cantos con sus saberes se hilvanan. Vecinos y viajantes la buscan de muy lejos, que si mal de amores, que si son los huesos, claman por la cura, le piden alivio. ¡Ayúdame, bruja, llévate el resfrío! La abuelita de Zazil invita a la pequeña a … Continúa leyendo Ana Gabriela Morales: Coplas para volver a soñar