Mi cuerpo yace en una cámara vacía.
Los fragmentos de mi corazón, dispersos; sujetos por un hilván rojo.
Mis ojos han perdido la belleza y esperan ausentes el vacío.
Un fósil atrapado en la roca de un océano seco.
¡Mi alma que no encuentra orillas para asirse!
¡Clama en la desolación del vacío!
¿Hay alguien que me escuche?
Me rodean, envuelven, abrazan serpientes verdes y empalagosas;
rumores siseantes.
Deslizan su lengua bífida en mi carne trémula, lacerada.
Lamen.
Vomitan en mis venas, en cada célula de mi cuerpo nanobots que anidan en sus vientres.
Restauran, unen.
Alivian
Forman redes, engranan los órganos ausentes, restauran los dañados, crean ilusión.
La vasija de mi alma es restaurada.
Reseteada desde lo profundo de mis células, las mitocondrias viven.
Un nuevo cuerpo, que vibra con el sonido de mi voz.
Felicidad efímera
Estoy frente al espejo.
Reflejo espléndido, de pechos turgentes
Deseables
Desnuda, descubro que ya no soy humana.
