I.
A veces me miro las manos, a veces no resisto que sean verdes y las comparo una y otra vez con los diferentes tonos de pieles de las chicas de la tierra. Es difícil ser nueva en un lugar, sobre todo en un planeta en el que estás obligada a vivir porque el tuyo está sofocado por la guerra y tienes que huir llena de miedo e inseguridades a donde apenas saben que existes, al que se tuvo que contactar solo porque no existía otra opción y te recibieron por miedo, por no saber con quiénes podían enfrentarse.
Los terranos no lo saben, pero somos pacíficos, sí, nos ocultamos, pero es por miedo, ya antes otros planetas nos han rechazado por nuestro aspecto, en todos lados hay estándares de belleza que muchas veces nos es difícil cumplir, parece que somos opuestos a todos. Los terranos son los más parecido, pero, ni si quiera ellos son felices con su aspecto.
Mientras hago mi maleta me pregunto una y otra vez qué llevar. No es posible que en estos momentos lo único que piense es en si seré aceptada por mi aspecto, si tendré un lugar en la sociedad, si podré tener una vida como la tengo aquí. Después de todo, aquí se queda mi vida.
II.
El cabello rosa se me despeina, cuando siento el viento, mi peinado de estrella de siete puntas se ha caído, ahora parece un enjambre en forma de bola sobre mi cabeza, mi piel suda y me veo más brillante, los tentáculos de mis muslos se esfuerzan por no moverse, por no parecer extraños, aunque necesiten estirarse.
Veo a mucha gente que nos recibe, en sus rostros está la sorpresa y la extrañeza. Me pregunto si nos tendrán miedo, si me tendrán miedo. Susurran a cada paso que doy.
Quizá hablen de mí.
III.
Me he ido adaptando poco a poco.
Me han dado un lugar en el cual vivir y dónde trabajar.
He visto lo que llaman internet, he conocido las imágenes en línea, también las he visto en posters y revistas. Es difícil, es muy difícil no sentirse diferente.
No se quién define lo bello, no se quién se esfuerza en pisotear tu alma. No se quién se esfuerza en hacernos odiar nuestro cuerpo.
IV.
He encontrado un grupo de chicas. Me han llevado a su grupo, hemos salido y reído juntas.
Las escucho, una y otra vez. Las escucho y comienzo a creerlo:
—Eres hermosa.
—Tu piel es tan bella.
—Me encantaría tener tu cabello.
—Me encantaría tener tus ojos.
—Eres tan bonita.
Quizá sí, quizá sea diferente, de otro planeta, quizá puede que lo que llaman un “extraterrestre”, un ser de otro planeta, pero con las personas correctas, con palabras que llegan en el alma, puedes sentir amor, puedes sentirte bella.
