Sylvette Cabrera Nieves: Confesiones en el Serafina

Se habían citado en el exclusivo restaurante italiano de moda, Serafina, con vistas al mar. Al llegar una llovizna arreciaba por lo cual deja su vehículo en manos del ujier del estacionamiento y corre con paraguas en mano al ver llegar a Remedios. Efusivo le da un beso en la mejilla. Destacando además la hermosura del vestido que lleva puesto y prodigándole mil elogios. Mientras caminan a la mesa reservada donde tendrán mayor privacidad del resto de los comensales se alzan las miradas y los murmullos tras ellos. Comentando en voz baja reconocer al único heredero de los Fortuño mientras … Continúa leyendo Sylvette Cabrera Nieves: Confesiones en el Serafina

Laura Moreno Arzaluz: Invasión

Salí al patio de la entrada, abrí la llave del agua y no salió nada. Levanté la tapa de la cisterna, estaba llena. Contaba con ocho mil litros más los mil del tinaco y lo que se fuera recolectando con la lluvia. Siempre creí que el fin del mundo sería catastrófico, impactante, inmediato. Gente corriendo de un lado para otro, buscando refugio o escapando de bólidos espaciales, zombies, colapsos, o cualquier otra caótica idea que había visto en las películas o series. Sin embargo, no fue así. Pensé que tal vez esta generación debe morir de tajo para dar paso … Continúa leyendo Laura Moreno Arzaluz: Invasión

Miriam Roque: Encadenada del tiempo

Me absorbía mi propia sangre algo dentro de mí hacía explosión el reloj, ¡Tic-tac!, ¡Tic-tac!, me perseguía quería huir, concentrarme en aquello que desvanecía. No podía, encima de mí seguía ¡Tic-tac!, ¡Tic-tac!, como todos los días Las horas me querían tragar, llenas de archivos, máquinas y voces que no dejaban de cuestionar. Al tiempo por fin pude mirar oscuro, terrible, pavoroso; me reclamaba mi ser, me reclamaba mi cuerpo La explosión no cedía la sangre corriendo seguía “Treinta minutos más”, oí al horrible tiempo. Volví a la silla y al escritorio ¡Tic-tac!, ¡Tic-tac!, así permanecía su estruendo no desaparecía. Por … Continúa leyendo Miriam Roque: Encadenada del tiempo

Karla Bautista: ¿Cuándo viviré?

Recorres la ciudad esperanzada Cosechas tus sueños en el camino Un trabajo que te deja sin tiempo de nada Sembradíos quemados del campesino Enajenada, con el corazón vacío La mente se vuelve un terreno baldío Sueñas con hacer arte llegando a tu casa Pero violento es el salario y te arrasa No hay tiempo para tu familia y eso te espanta Las jornadas crecen, eso les encanta Sentada, llamada tras llamada ¿Y las horas extras? Pagadas con una palmada Ellos no pierden su vida Siempre recuerdan la mirada de sus hijos Disfrutan la comida en sus platos Mientras uno se … Continúa leyendo Karla Bautista: ¿Cuándo viviré?

Estelí Morales Huitzil: Ximena

Ximena se va del bar a las dos de la mañana. El frío la hace detenerse a la salida para sacar de su bolso un par de guantes negros y una bufanda morada que hacen juego con sus botas. Sale aquella noche para relajarse con un poco de música y un par de tragos. Tiene que replantearse si debe continuar en su empleo. Esa tarde ha sido imposible. Le gusta su trabajo, pero está cansada de las insolencias de su jefe. Las últimas semanas el acoso es tan descarado que sus compañeros creen que le sigue el juego, o que … Continúa leyendo Estelí Morales Huitzil: Ximena

Viridiana Ponce: Lista de pendientes

Parada en el tráfico mientras cambiaban las luces del semáforo, primero verde, luego roja, comencé a pensar el día que completé la lista, nunca lo hacía porque jamás contemplaba el tráfico, las horas extra del trabajo, los imprevistos, los pendientes que no anotaba y un largo etcétera. Escuchaba los “claxons”, ruidosos, los conductores gritando, acelerando y frenando de golpe para avanzar un metro, pero atascada ahí me acordé cuántas veces tuve que malabarear entre el trabajo y todas las responsabilidades. Cambió el semáforo, un coche se me metió. ¿Devolví la llamada al cardiólogo? ¿Me había modificado la cita o solo … Continúa leyendo Viridiana Ponce: Lista de pendientes

Evelyn Vega Gutiérrez: Anna

Anna era una chica muy simpática y alegre, de cuerpo esbelto, ojos verdes y cabello rojizo. Todo el que la conocía quedaba encantado. Trabajaba en el “Circo Invisible”, una compañía famosa que tenía muchos tipos de espectáculos. Las personas que iban a ver los actos quedaban fascinados, así que muchos regresaban al día siguiente para volver a ver todas las funciones. Anna era trapecista, usaba un leotardo amarillo de lentejuelas y se peinaba con flores. Siempre se veía en su espejo, aunque extrañamente había veces donde no se veía reflejada. Sabía que el espejo tenía algo raro, y eso la … Continúa leyendo Evelyn Vega Gutiérrez: Anna

Dulce Maow: La vasija de nadie

¿Alguna vez has sentido con gran fuerza no querer algo? Sólo queda la sensación de salir corriendo, lo más lejos que se pueda, sin mirar atrás, y esperar no volver, pero tienes que regresar porque te piensas valiente, y quieres arreglar las cosas, pegar las piezas que lo más probable es que nunca se vuelvan a juntar, y aun así, decides quedarte y ver qué pasa. Me adelanto a mi suerte. Todo sigue igual, quizás peor, porque cada día te drenas; gota a gota, tu esencia se va. La vasija no tenía una belleza especial, pero había algo que la … Continúa leyendo Dulce Maow: La vasija de nadie

Mónica Cavazos: Elixir de juventud

Los gemidos cimbraron todo alrededor. El amarillo de sus ojos brillaba. Lo mantenía prisionero con los muslos y aprovechaba la rigidez de su daga para frotarse los pliegues. Él obedecía. Nada podía reprocharle por quererlo conducir en el sexo. Vivía como príncipe, alimentado con los más deliciosos manjares. Todo en ese lugar estaba impecable. La mesa se disponía siempre con puntualidad. No conocía a la servidumbre y, a pesar de que nunca compartía los alimentos con su benefactora, poco le interesaba descubrir el misterio. Estaba feliz por haber salido de las calles, meses atrás, cuando ella lo invitó a subir … Continúa leyendo Mónica Cavazos: Elixir de juventud

Bárbara Raquel Pacay Sánchez: Las que cruzan

Las mujeres del pueblo siempre han sabido que cruzar el umbral es un riesgo. No el de los caminos largos, ni el de los hombres que esperan en la sombra, ni el de la sed que muerde los labios. Si no otro peligro. Uno que respira bajo la tierra y escucha los deseos de quienes parten. Alma lo supo desde niña, cuando su madre desapareció una noche, envuelta en el viento. “Volveré por ti cuando esté del otro lado”, le prometió. Pero nunca regresó. Cuando Alma creció, llegó su turno. Soñaba con ese otro lado, donde el hambre no la … Continúa leyendo Bárbara Raquel Pacay Sánchez: Las que cruzan