Daniela Caballero: La tinga picosa que no pica

Para Vale

Ingredientes:

1 pechuga de pollo

2 ½ cebollas

2 jitomates rojos

½ paquete de puré de tomate

1 cubo de consomé de pollo

½ ajo

1 lata de chile chipotle

sal al gusto

1 cda. de aceite

1 ingrediente secreto

Preparación

1. Pon a cocer el pollo con media cebolla, medio ajo y un cubo de consomé. La cocina se calentará poco a poco, te recordará el abrazo cálido y la protección que sentías cuando eras niña. El olor que despedirá la cocción te evocará los días en cama, enferma, donde el único alivio era el caldo de pollo calientito. Esta sensación embriagante y relajante te ayudará a estar lista para las siguientes instrucciones.

2. Mientras el pollo se cuece, corta las cebollas en rodajas finamente cortadas, siendo exhaustiva porque es lo que ella querría. Aprovecha este momento para llorar las penas actuales y las pasadas, para contarle lo que te aqueja y preocupa, para contarle sobre la desesperanza y los miedos, sobre la ansiedad y la depresión. Recolecta esas lágrimas de tristeza porque no está, pero de felicidad porque la recuerdas, resérvalas, te servirán más adelante.

3. Una vez listo el pollo, retira de la lumbre y ponlo a escurrir. Una vez frío, deshebra cuidadosamente la carne. Siéntate, platícale lo que deseas, tus sueños, tus metas, cuenta cada hebra como una experiencia, un riesgo, un deseo por realizar, un acontecimiento importante y otros banales. Desmenuza el alma como la carne de pollo en el recipiente.

4. Corta los jitomates en cuatro partes. No olvides cortar los extremos porque dicen que esos amargan los platillos. Coloca los jitomates en una licuadora con media taza de caldo del pollo y la lata de chipotles. Licúa el contenido con las lágrimas que reservaste antes para que se mezclen los sentimientos, las nostalgias, los recuerdos, los “te extraño”, la soledad de la noche y la incertidumbre en las mañanas, los sabores y los olores, de forma que quede un líquido homogéneo; luego aparta la mezcla.

5. Pon en una sartén con aceite la cebolla que rebanaste. La sartén debe estar caliente, tan caliente como las pasiones, como los arrojos, los enojos, las discusiones que tuvieron y que no tuvieron, los debates y los desacuerdos. Deja que se humedezcan en aceite, que se quemen y se doren los rencores y reclamos para que, como la cebolla, se ablanden.

6. Cuando la cebolla esté lo suficientemente acitronada, vierte el pollo desmenuzado y revuelve con la cebolla por unos minutos. Luego, agrega la mezcla de la licuadora y remueve, nuevamente. Dale vueltas unos minutos, escucha atenta cómo el fuego cocina el sabor del recuerdo, de los pensamientos, de las palabras que no se dijeron y de las que sí, de los hubieras.

7. Para agregar más consistencia y color a la tinga de pollo, puedes verter medio paquete de puré de tomate. Finalmente, añade el ingrediente secreto, ese que sólo tú y ella conocen, el que hace que, a pesar de haber incorporado una lata de chiles chipotles, hace que la tinga no pique.  Recuerda el ritual, recuerda que en cada paso de esta receta se encuentra escondido el deseo “ojalá estuvieras aquí”.

Para servir puedes acompañar con tostadas de maíz, crema ácida y queso rallado. Yo prefiero comer la tinga fría porque la ausencia me quema la boca y el alma demasiado.

Daniela Caballero (1990, Ciudad de México). Soy feminista en aprendizaje constante. Estudié Comunicación Social. Mis textos de ficción y no ficción han sido publicados en espacios digitales como Especulativas, Círculo Literario de Mujeres, Feminopraxis, Enpoli y Sonámbula. Publiqué en las antologías El feminismo me jodió la vida… y después me salvó (2022) y Siniestras. Antología de cuentos de mujeres que incomodan (2022). Soy autora de la auto publicación Espacios Oníricos (2024).

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