Soy todos los objetos del mundo,
soy movimiento y quietud;
mi ser está boca abajo esperando su existencia
Ruidosos amores nos despertaron de la muerte
lujurias insatisfechas aclaman nuestros deseos
Rumores palpitantes de esas otras que fuimos
y ya no seremos; nos transfiguramos
a través de la escritura, en imágenes y sonidos
que no perecen: ¡hemos alcanzado la eternidad!
Soy toda soledad que me acompaña,
llevo conmigo los paisajes que he visto desvanecer,
llevo conmigo recuerdos de extasiada belleza
Soy consciente de quienes nos dañaron,
de su falsedad y miseria
Hay lugares inhóspitos a los alrededores,
rostros desconocidos vigilan nuestro andar;
estamos constituidas por memorias ajenas que nos unen,
nos protegemos una a una para continuar el camino
Revoloteo en surcos abstractos de pensamientos
angustiantes, cruzan el horizonte como aves cautivas,
pero me salvan del abismal mundo que dejamos atrás
El caos no es un misterio: es mi alimento constante
Mis pasos no ceden al yugo del orden: lo enfrenta con rabia
Éramos las combinaciones numéricas
que nos distinguían como ciudadanas vivas y muertas
Ahora somos máquinas pensantes
que habitan en futuros distintos
Soy movimiento y quietud;
soy como aquellas que se volvieron fuertes,
son capaces de ir más allá de la vida pensada
para construir mejores lugares y habitarlos
Esta realidad todavía no está preparada
para todo eso que entonces soy, que entonces pienso y
sin embargo, imagino que otros mundos alternos son posibles

Daniela Lomartti. Soy maestra de Filosofía por la UAM-I, directora de la revista mexicana de ficción especulativa Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura. He publicado diversos cuentos de ciencia ficción y fantasía en revistas digitales, nacionales e internacionales.