Francia, año de 1649
Jérémie Alphonse Rousseau, hijo de Bertín Rousseau el mejor nadador contra corriente de la ciudad, y Margot Bernard, escritora y ganadora del premio literario en conmemoración al natalicio de Jaime V, pez de familia real. La familia Rousseau pertenecía a las costas francesas al norte del arrecife, viviendo en una modesta casa construida de conchas y plantas acuáticas de la mejor calidad.
La vida en los mares franceses era tranquila, los habitantes se dedicaban a la recolección de crustáceos y a la crianza de caballitos de mar. Todo transcurría normal, como todos los días, hasta que las corrientes comenzaron a sentirse agitadas y las ballenas alertaron al consejo vecinal que algo sucedía.
Comenzaron a alistarse solicitando a todos aquellos mejores nadadores del condado para que pudieran ir a investigar qué sucedía, teniendo como jefe de la operación a nada más y nada menos que Bertín Rousseau, quien con honor decidió tomar el puesto, pues la seguridad de su familia estaba, primero que nada.
Bertín, con miedo, comentó a su familia:
—Margot, Jérémie, he sido solicitado para inspeccionar las aguas aledañas, no hay nada que no haría por ustedes, mi familia. Quiero que sepan que los amo y regresaré con bien.
—Margot: No puedes aceptar, nuestro hijo tiene apenas 6 meses de vida, es aún muy pequeño, ¿qué pasará si no vuelves?
Bertín, con preocupación, respondió: Si no vuelvo, en poco tiempo Jérémie cumplirá la mayoría de edad y podrá casarse; realicen una fiesta exquisita en mi memoria.
Margot, con lágrimas en los ojos, asintió y prometió que la voluntad de Bertín se cumpliría.
Al día siguiente salió el pelotón completo a inspeccionar las corrientes, sin embargo, después de esperar un total de 5 días, el consejo dio la noticia, pues solo había vuelto el subjefe de la misión llamado Beiru. Asimismo se supo que la razón por la que no habían vuelto era porque había monstruos gigantes que estaban cazando a todo aquel que vieran cerca del arrecife más cercano y es que se mencionaba de manera aterrorizada que los cazaban para alimentarse, abriendo sus entrañas y extrayendo sus costillas.
La descripción de aquellos monstruos era que tenían cuerpos largos, dientes, dos ojos, algo parecido a plantas (no había nada a que referenciarlo, pues jamás se había visto eso en las aguas) sobre sus ojos, algunos de color café, otros negros y otros claros. Vestían ropas bastante diferentes a las que alguna vez alguien pudo llegar a imaginar. Por esta razón y el miedo de que a todos les pasará lo mismo, se tomó la decisión de acordonar la zona de viviendas y marcar un límite de alejamiento, pues todo aquel que decidiera alejarse podría estar en riesgo.
Con todo el dolor del mar, Margot cumplió con la última palabra de su querido Bertín, así mismo, Jérémie se casó cumpliendo la mayoría de edad con su prometida Dorothy con quien conformó su familia y tiempo después concibieron un hijo llamado Silvestre.
Y así, transcurrió un poco de tiempo y el primer atentado de aquellos grandes monstruos había quedado en el olvido, hasta que un 6 de marzo de 1642 las mareas se agitaron, las algas desaparecieron y nadie sabía qué pasaba, pero los monstruos habían descubierto la reserva y sin tener ninguna justificación robaron a Jérémie dejando a su familia y madre solos.
Dorothy nunca supo qué pasó con é, en realidad nadie lo supo. Tres años después recibieron una carta que Jérémie pudo enviar con un pulpo que viajaba de paso y entregó la carta a la querida Dorothy, la cual decía lo siguiente:
CARTA
A mi querida Dorothy:
Nuestro amor perdurará más de mil años,
aunque los mares mueran y los peces no rían.
Te amaré a diario,
Te escribiré mil te amo cada que mi aleta acaricie tus escamas en mis sueños,
Te seguiría hasta el fin del mundo.
Y aunque ahora estéis lejos, juro que vives en mi memoria,
aún recuerdo tu perfume de algas y ese atuendo rojo que te quedaba tan bien.
Recuerda, Dorothy, nuestro amor durará por el resto de mis días y vivirás en mi memoria aquí en estos mares, incluyendo la otra vida.
Atentamente, Jérémie Alphonse.
Esta carta fue entregada en el año de 1645 a la familia del pez Jérémie para su conservación. Desgraciadamente, Jérémie vivía una vida normal en los mares como cualquier pez Salmón, pero el hombre en su ineptitud decidió raptarlo y obligarlo a trabajar en un circo como malabarista para entretenimiento de los mismos y así continuo su vida hasta el día de su muerte sirviendo al entretenimiento humano, el deseo de su padre por cuidar de su familia fue más grande que sus propios miedos y límites, dejando así un vacío en su familia y aquellos allegados.
En memoria de Jérémie Alphonse el pez malabarista.


(México) Nací en el año de 1998 considerando mi nacimiento un milagro.
Siempre me he interesado por aquellas historias que nos despiertan el alma y nos invitan a reflexionar, soñar y pensar más allá de lo tangible e imaginable.

