¿Cómo es posible que haya pasado tanto tiempo estando tan sola? Ya no recuerdo mi cara frente al espejo, ni mis ojos, ni mi sonrisa, ni mi hermoso cabello… Solo el tacto de mis manos es la memoria viva de quien soy ahora, paso con delicadeza mis palmas por mi rostro y solo siento más arrugas que antes, unos nudos gigantes en mis crespos, suciedad en mis dientes. No entiendo por qué la vida se me está pasando en este espacio tan pequeño, donde no entra siquiera la luz de las habitaciones aledañas.
Con amargura y una pena que me desborda paso todos los días dentro de estas paredes con cemento mal puesto, un pequeño catre de madera sucio y un baño a medio hacer. Todo aquí da asco. Tampoco el agua es agradable, por ese grifo donde me lavo las manos solo bajan las gotas de un color verde mucoso, y cuando es un buen día, salen de color amarillo. Todo aquí da asco.
Ayer soñé con mis hijos. Recuerdo cuando íbamos todos los domingos a montar bicicleta en el parque de Villa Luz, a los dos les enseñé a mantener el equilibrio digno de un deportista, a sentir el viento en su rostro y ser agradecidos por la vida que les daba. Les preparaba su desayuno favorito todos los días, que, aunque me costara levantarme a las cuatro de la mañana para poder atenderlos, siempre les servía sus waffles con miel de maple, yogurt casero de arándanos, jugo de naranjas cosechadas por mí y dos huevos estrellados, esos que mi papá sagradamente nos traía de la finca cada quince días. Era tan feliz con solo verles sus caritas de gusto.
Las risas nunca faltaban en nuestro hogar. Todo lo daba por ellos, todo… Hoy ya ni recuerdo los días, qué horas son, ni qué año es.
Aparte de que aquí todo sea asqueroso, lo que me tiene tan mal no es ni siquiera este inmundo lugar, lo que me carcome el alma es pensar en mis niños, ¿por qué nunca me han visitado estando aquí?, ¿acaso no se acuerdan de que tienen una madre? Dejé todo de mi vida por ellos, y ahora no tienen la mínima delicadeza de acercarse a mí.
Me duele todo esto, porque hasta en mis sueños me los imagino para volverlos a ver… Lo peor es que estos se transforman en pesadillas que no cesan hasta dejarme seca en lágrimas. Los veo tristes, en un rincón de nuestra casa, llorando y abrazados debajo de su manta favorita de Las Bananas en Pijamas.
Fue terrible verlos así, pero el corazón de una madre esperanzada quiere decirles que todo va a estar bien, que los perdono por no visitarme y que ya no estén tristes, que aquí está mamá. El recuerdo de mis retoños es lo único que me mantiene viva en este lugar tan podrido y necesito estar con ellos.
No soy la misma desde que los vi tan afligidos en mis sueños, mi cabeza se llena de pensamientos intrusivos, ¿será que el pedazo de mierda que tienen como papá los está cuidando bien?, ¿será que se fueron con sus abuelos mientras yo sufro acá?, o peor aún ¿será qué se encariñaron con mi hermana Malvina y por eso ya no me visitan, y en verdad, en mi sueño no están llorando, sino que están dichosos por su nueva vida? ¡No, no puede ser, no pueden cambiar a su madre por su tía!, ¡eso Dios no lo perdona!, ¡eso yo no lo perdono!
De la nada todo lo que anoche pensé, hoy se desvaneció, ¡hoy creí en los milagros!
—Ramona, tenga, haber, no se demore. Tiene 10 minutos para terminar con esto.
¡No puede ser! ¡Hijitos de mi corazón! Alma bendita que Dios los trajo a mí. Gracias, gracias, gracias señorita Victoria, gracias por traerme este hermoso regalo.
—Mami… ¿Quién es Victoria?
—¿Cómo que quién es, hijito querido?, ¿no lo ves por su uniforme? Es la señorita vigilante de este lugar tan horrible, es la que está pendiente de mamá y le trae su comida una vez al día.
—¿Qué te pasó, mami? ¿Por qué estás tan despelucada? ¿Por qué ya no tienes uñas?, ¿por qué hueles feito?, ¿por qué tus ojos se ven tan perdidos? ¿Por qué estás descalza?, si tu siempre andabas muy elegante y bonita, como nuestra tía Malvina.
—¡AY, NIÑOS, NO ME SATUREN CON TANTAS PREGUNTAS, NO SEAN TAN FASTIDIOSOS!
Me dio un poco de miedo al verles la carita tan asustada después de gritarlos, no recuerdo ser así, esta no soy yo, esa voz que salió de mi garganta no parece mía.
—Perdón, mis niños, saben que yo los amo mucho, ¡pero no me recuerden lo horrible que soy!, ni me vuelvan a comparar con su tía, ¡ella no tiene nada que ver acá! Más bien, abrácenme, saltemos de alegría porque estamos juntos otra vez, celebremos la vida, porque hoy, mis niños, se me hizo el milagrito de poder verlos.
Hoy es un momento bello, parece que a ellos no les han pasado los años como a mí… Les muestro todo mi hogar, les doy permiso de saltar en mi pedazo de cama, les cuento todo lo que hago en un día, les enseño el pequeño hueco que estoy haciendo en la pared para ver un poco la luz, claramente no es para escaparme, apenas estoy logrando hacer un espacio del tamaño de una uña.
Hoy estoy tan feliz, ¡no quiero que me dejen mis niños!, quiero que me acompañen todos los días, verlos crecer, llevarlos al colegio, luego a la universidad y después, estar en sus bodas con unas bellas nueras que por fin le darán alegría a esta familia tan disfuncional. No dejaré que se vayan, ¡no dejaré que salgan de aquí jamás!
—Mami, nos da un poco de miedo tu cara, pareces un demonio.
—¿QUÉ? ¿DEMONIO? MÁS RESPETO CON MAMÁ JOVENCITOS ¿NO VEN QUE ESTOY TRATANDO DE SER FELIZ CON USTEDES AQUÍ POR SIEMPRE?
—Mamita, ¿recuerdas por qué estás aquí en la cárcel?
—¿Cárcel?
PAM, PAM, PAM, PAM, PAM, PAM, PAM.
Ese sonido estruendoso en la puerta de metal me desubicó por completo. Es Victoria
—¿Qué hace Ramona? Deje de hablarle como loca a la loza de la comida, y acompáñeme a su sentencia.
—¿Qué? ¿Y mis niños? ¿Qué hizo con mis niños Victoria? ¿Cuál sentencia?
—¡JA! Dizque qué hice yo con sus niños, más bien qué hizo usted con sus niños. ¡Los asesinó Ramona! Tan loca se volvió que ya no se acuerda. Apriete ese culo, pues, diez minutos le di para que comiera, lo que fue, fue, hágale.
Asesinar… ¿A mis hijos?

Mariana Palma Navas, Maestra en Artes Plásticas. En su práctica artística busca darle un lugar en el mapa de las letras a la cultura popular del sur de la ciudad y a las historias de personas con quienes cruza miradas y charlas espontáneas.

