Se postra ante mí una noche larga
Muerdo el higo y lo comparto
Te beso con la pulpa entre los dientes
y así en mi vientre te arraigo
Estoy hambrienta de carne,
(la nuestra compartida)
quiero vino y sangre,
pero regreso a la fruta mordida
de centro suave y piel morada
En las semillas te espero
con el miedo maldito entre las piernas,
la razón tácita,
y mi vergüenza arrumbada
Es tu encuentro el principio
y el final,
molécula con molécula se encadena,
me vacío de ti y en ti me guardo,
te atravieso sin cuidado
Mordida tras mordida
y por el pecado una condena
(nuestros labios separados)
La saliva se derrama,
y por las ramas ella viaja deslizada
Pierdo la cabeza
y el silencio se pasea
por el cuarto retumbando,
colado entre la madera podrida
del suelo quebrantado
Sobre el lino blanco,
y tú, con tus cabellos rizados,
entiendo en tu sonrisa
el color de mi castigo
Entre las raíces enterradas
ya no existe nada más
que él tú y el yo
(y la miel del higo devorado)

Soy Paulina, estoy por terminar la carrera de periodismo, me apasionan las palabras y el lenguaje es el medio por el que expreso mis sentires desde la infancia. Leer otras mujeres y sus experiencias es mi motor de vida y poder compartir espacios con ellas es una gran motivación.

