Su temblorosa mano tocó el recio muslo mientras la boca buscaba con ansiedad los labios rojos de la mujer. Ella lo deseaba tanto como él, lo sabía; era imposible ocultar el deseo. Tocó su pecho y sintió los pezones erectos, bajó la ropa que los cubría y llevó sus labios para poder succionar de ellos la ansiedad de la espera. Ella gimió ante el placer de sentir la humedad de su lengua. Subió con mayor ansiedad la falda y buscó con avidez retirar la panti de la muchacha, quien lo ayudó a deslizarla, entonces bajó el zíper de su pantalón. Ambos cuerpos se estremecieron. El árbol gimió y dejó caer sus frutos; la gravedad del amor había triunfado. Es bien sabido por cada árbol de la ciudad que la primavera pone a todos románticos. Fueron eternos árboles de primavera.

Fabiola Morales Gasca: Maestra en Literatura Aplicada en la Universidad Iberoamericana plantel Puebla. Diplomada en Creación literaria de SOGEM. Exalumna de la Casa del Escritor y Escuela de escritores IMACP. Autora de los libros Luciérnagas, Ruta de Palimpsesto, Eclipses, Cartografía del Caos, Rueda del Dharma. Participante en antologías de Argentina, Chile, Colombia, España, México, Paraguay, Perú y Venezuela. Lectora voraz e incansable escritora.

