Susana Torres Cabeza: Violetas

Me urge.

Me urge atravesar esa coraza de ropas que acarician su piel. No hay nada que desee más que oler ese delicioso sudor de violetas, clavar los colmillos en su cuello, largo y esbelto y beber hasta reventar de éxtasis.

El suyo y el mío.

Hay sangres de muchos tipos.

La mayoría apenas merecen ser recordadas. Circulan muchos cuellos almizclados, hombres y mujeres con perfumes horteras que tratan de ocultar su falta de clase.  Esas sangres sacian de forma momentánea la sed, pero después aburren rápidamente.

Los suelo abandonar la misma noche de la caza, durante su embriaguez. Al día siguiente ellos despiertan con dolor de cabeza y yo no recuerdo sus nombres.

Pero la sangre de ella es una droga que no puedo olvidar.

Quizá porque la tomé sin hambre, cuando había bebido ya de otras. Quizá porque tras el orgasmo mutuo, fue ella la que se levantó y se fue corriendo. Solo quedó el rastro de su aroma. Me quedé con el deseo de más.

Quizá porque mientras otras suspiran cuando paso, ella mira indiferente y no tiene tiempo para mí.

Y son inútiles mis intentos de impresionarla. O de presionarla.

He intentado seducirla con mi forma bella, galán caballero, pero con ella no funcionan los halagos, el dinero o los regalos. También he intentado asustarla con mi forma de monstruo, el vampiro que la persigue y la amenaza, pero con ella no funciona el miedo o los chantajes.

Me mira con la indiferencia del hastío. Soy para ella lo contrario del deseo. Le aburro.

No sé qué más hacer. Estoy desesperado.

Ahora vago errante y los niños me tiran piedras. Ya ni siquiera tengo cuidado de que no me vean.

Qué más me da. No muero porque ya estoy muerto, pero me consumo en su ausencia. Las otras sangres ya no me gustan ni me sacian. Voy de cuello en cuello buscando su sabor y no lo encuentro. Hombres y mujeres superficiales y anodinos que me saben a arena. Me hundo en la oscuridad.

Qué más me da si no está ella.

De repente, percibo algo a mi espalda. Creo haber visto su silueta, pero no, es un truco. Las sombras juegan conmigo.

Pienso en el sudor fresco de su cuello y salivo.

Grito y lloro.

Un perro ladra y me asusto. Me tambaleo. Quien me ha visto y quien me ve. Yo, que he despreciado el amor de tantos, yo, que nunca he recordado una cara.

No tengo fuerzas para seguir.

He llegado a casa. Me acurruco sobre una tumba junto a la que crecen flores. Violetas. Aspiro su aroma. Quiero languidecer aquí.

Inesperadamente la siento llegar. No tengo fuerzas para levantarme, pero mi piel se eriza. Otras partes despiertan. Estiro los brazos y le agarro el vestido.

Me aparta y ríe. Baila a mi alrededor. Estoy a su merced. Se acerca y me muerde. Clava sus colmillos en mi cuello y bebe hasta reventar de éxtasis.

El suyo y el mío.

Nací en Zaragoza, pero actualmente resido en Badalona (Barcelona). Soy licenciada en psicología. Me encanta leer, pero también el cine, la música rock y los comics. Todo ello le influye en mi escritura, ya que como buena amante del género fantástico me gusta bucear en las debilidades humanas y en el lado oscuro y alternativo del individuo.

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