En su conferencia “La situación de la mujer en el Comunismo Primitivo”,[1] Alejandra Kollontai plantea que las mujeres fueron las primeras en construir refugios y en descubrir la siembra; también fueron las iniciadoras de la medicina al detectar la propiedades curativas de las plantas. Cuando la crianza les impidió participar de la caza y las obligó a permanecer en un lugar fijo para lactar a las criaturas, las mujeres primitivas buscaron la manera de protegerse a ellas y a sus hijas e hijos; construyeron chozas para estar a salvo de la intemperie y de los animales salvajes y encontraron en los granos una forma de proveer el alimento y de replicarlo. Para ello, necesitaron de la reflexión y la observación. Nace de ellas también el arte y el pensamiento mágico. Mujeres creadoras desde siempre. El conocimiento, el saber y la imaginación nacieron de las mentes femeninas; sin embargo, en la versión de la historia inventada por los hombres, les fue robado el crédito a nuestras ancestras.
Dentro de este borrado sistemático en todos los ámbitos, la escritura no fue una excepción. Aún hoy podemos escuchar aseveraciones absurdas de que las mujeres no escribían o, si lo hacían unas pocas, era sobre temas de menor importancia. Los grandes temas, las grandes obras, eran las escritas por hombres; las únicas dignas de hacerse públicas mientras a nosotras se nos relegaba a lo privado, al hogar. Eso era lo que nos hacía creer el canon patriarcal.
La escritura de las mujeres, relegada e invisibilizada por muchos años, vive hoy un nuevo paradigma, en el que las colectivas feministas tienen un papel trascendental; con la apropiación de los medios digitales, le dan la vuelta tanto al canon literario como al voraz mercado editorial. Colectivas como Especulativas, crean sus propios espacios, desde otro lugar, desde la horizontalidad y la sororidad. No necesitan ya intermediarios editoriales ni esas voces del patriarcado diciéndoles a las mujeres si son o no escritoras.
Especulativas no sólo es un puente de inspiración para las mujeres que escriben dentro de los géneros no miméticos, realizan además un acompañamiento escritural y son parte del rescate de una genealogía que nos permite identificarnos con nuestras madres literarias. Cuántas mujeres seguramente descubrieron a Adela Fernández gracias a los círculos de lectura de Especulativas, o incluso a Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Inés Arredondo, Gabriela Rábago Palafox, entre muchas otras escritoras que podemos ahora considerar como parte de una genealogía literaria que nos hemos tenido que construir fuera de la academia.
En la ya cuarta ola del feminismo, caracterizada por la apropiación de las redes sociodigitales y las fuertes conexiones que se tejen entre mujeres en la virtualidad, los espacios de escritura creados por las colectivas feministas son parte fundamental en la historia de la escritura de las mujeres. El mito del escritor varón, aislado, ermitaño, se va desdibujando para darle paso a la escritura en comunidad.
A la par de democratizar la escritura, de autonombrarnos como escritoras, reconocemos el trabajo de nuestras contemporáneas y derribamos el mito de que las mujeres no podemos estar juntas. Nos reconocemos en las otras, sus letras nos hablan, nos encontramos en sus temáticas. “Lo personal es político”, enunciaba Kate Millet. Nos damos cuenta de que esos sentipensares que creíamos íntimos y poco importantes son compartidos por otras mujeres, que no son una o dos, que cada día son más las que a través de la pluma denuncian lo que por décadas ha sido normalizado o silenciado.
Cada escritora parte de sus experiencias y, como nuestras ancestras, son diosas creadoras de universos. Precisamente, esta tercera antología editada por Especulativas, enfocada en el cuento fantástico, es una gama de quince universos que si bien comparten elementos en común, cada uno está construido desde la propuesta narrativa de cada autora. Las autoras nos convencen de que esos universos existen. La verosimilitud de sus letras escapa a las páginas y nos hacen cómplices de esa magia combinada con erotismo, impregnada de colores de la naturaleza, de hadas y flores, de rituales brujiles, tradiciones, conjuros y conexión con las deidades protectoras. En estas historias se habla de justicia, sororidad, comunidad; se destaca el placer femenino, el autocuidado, el deseo; así como la transformación del dolor en un deseo fantástico y la unión con las ancestras, con las madres y abuelas.
Uno de los tantos elementos a destacar en esta antología es la apropiación del lenguaje, la importancia de nombrarnos en femenino, de hablar de y para nosotras. Destaca también que las historias que nos ofrecen las autoras salen de los estereotipos del amor romántico; se centran en el amor propio o el amor entre mujeres (madres, hijas, amigas, amantes). Además del efecto estético que nos produce el elemento fantástico, de la mano de lo insólito o sobrenatural, se suma el impacto emocional, la sensación de libertad, ya que en todas las historias hay una suerte de reivindicación.
Asimismo, un tema recurrente en los textos es el ritual, en distintas formas. Eso me hace pensar que las mujeres asociamos lo fantástico con el pensamiento mágico, brujil y con nuestras ancestras. Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas comentaban que sus historias hablaban de situaciones que en realidad sucedían. Por supuesto que en un país con una riqueza de pensamiento mágico, lo fantástico es otra forma de interpretar el mundo. Quién puede rebatirme el creer que los rituales de mis ancestras son poderosas manifestaciones; que puedo descubrir mi placer en un temazcal; que una polilla anuncia la muerte o que hacer invocaciones con las amigas puede cambiar al mundo.
Escribir desde un pensamiento fantástico ofrece mayores libertades a las escritoras, incluso más que el terror y la ciencia ficción, que, a mi parecer, tienen características mucho más específicas. Lo fantástico escapa de definiciones rígidas y bordea las fronteras con el terror, lo siniestro, lo insólito, lo sobrenatural; nos interna en lo inesperado y lo extraño.
Para Flora Botton,[2] lo fantástico se trata de un “juego constante entre el tema y su tratamiento”; nos dice que el tema no es por sí sólo fantástico, pues depende de un tratamiento literario determinado y está condicionado por el contexto cultural, por la intención de la lectura. Ana María Morales señala que Botton llega al extremo de “adjudicarle la responsabilidad del género a la sangre fría del lector”.[3] A lo largo de Fantásticas. Antología de cuentos que acuerpan se crea un pacto entre escritoras y lectoras. Si yo leo que las mujeres se transforman en vacas, que viven una vida libre y tranquila, voy a creerlo; así como sé que hay otra versión mía que vive en el espejo y me impulsa a amarme tal como soy; sé también que el tiempo y el espacio pueden transgredirse para llegar al lado de una persona amada. Imagino esos universos en los que las posibilidades son infinitas, en los que está puesta toda mi sensibilidad e imaginación y me desafían como lectora.
Lo fantástico se ha caracterizado por el quiebre con la realidad, la transgresión de lo cotidiano, y es precisamente lo que las escritoras están haciendo para crear nuevas formas de habitar el mundo. La rebeldía del género fantástico bien podría compartir los mismos calificativos con el pensamiento feminista.
Las escritoras están reinventando el género fantástico desde otros ojos, desde otra percepción. Especulativas les ha ofrecido esa posibilidad de narrarse y narrar los universos que creemos posibles. Esto sin la preocupación por el canon o el mercado editorial. Estamos en un momento en el que podemos crear lo que nosotras queramos y compartirlo. Las exigencias de cómo debe ser un género, impuestas desde la visión masculina, son una invitación a la transgresión como el género mismo, a través del cual las mujeres manifiestan sus deseos, obsesiones, miedos, pero también sus esperanzas.
El acto de escribir es liberador, pero el poder encontrarte en las letras de otras mujeres es poderoso. Cada escritora tiene una forma de interpretar el mundo de manera particular, desde su experiencia propia e irrepetible.
Tengo un especial cariño por Especulativas y es un honor escribir este texto introductorio que apenas es un acercamiento al fantástico contenido que las lectoras y lectores están por disfrutar. Podría detallar las características de cada texto, pero prefiero dejarlo a la experiencia lectora individual y destacar que Miranda Campos, Analí Lagunas, Anezly Ramírez, Itzel Espinosa, Paula Andrea Córdova, Mical García, Velia Zamora, Ana Laura Corga, Cristina Perbian, Linda Acosta, Jimena de los Santos, Mayra Escamilla, Amín Trobelle, Natalia Todavía y Ángeles Sanlópez son parte de una nueva forma de interpretar el mundo a través de lo fantástico.
Celebro y agradezco esta tercera antología que representa el gran trabajo de Especulativas y de las autoras, pero que también es una inspiración para futuras escritoras. Venimos de una fuerte genealogía de escritoras fantásticas y, a la vez, la seguimos construyendo.
[1] Kollontai, A. (1976). La mujer en el desarrollo social. Guadarrama.
[2] Botton Burlá, F. (1977). Los juegos fantásticos. Estudio de los elementos fantásticos en cuentos de tres narradores hispanoamericanos [tesis de doctorado]. Repositorio Colmex. https://repositorio.colmex.mx/concern/theses/bn999711b?locale=es
[3] Morales, A. M. (2000). Teoría y práctica de lo fantástico. Modelos y rupturas. Escritos. Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, (21), 23-36. http://cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/work/sites/escritos/resources/LocalContent/33/1/pags23-36.pdf

Soy licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica. He trabajado como correctora de estilo, redactora, editora y jefa de información en editoriales y medios de comunicación, tanto impresos como digitales. Escribo cuento, poesía, ensayo y
artículos de opinión.
Soy autora de las compilaciones de cuentos Maldita, El lado equivocado y Ante la futura metamorfosis. Algunos de mis relatos han aparecido en las antologías Todos somos Teresa, La habitación de Woolf , Los Excéntricos, Liminales II, Nosotras, Cuentos de alteración y Mexicanas 3. Además, he publicado relatos breves de ciencia ficción
y terror en las páginas Especulativas, Penumbria, Semillas de sauce, Anfibias literarias y Espejo Humeante y Diablo Negro.
Semblanza retomada de Fantásticas. Antología de cuentos que acuerpan.

