Carmen Macedo Odilón: Metamorfosis oscura en «La jaula de la tía Enedina» y «Cordelias» de Adela Fernández según el tema y la tematización

Chimamanda Gnozi Adichie escribió alguna vez sobre «el peligro de la historia única», resultado de aquella tan arraigada práctica de «casarnos» con lo que establece el canon literario y con una sola forma de narrar. ¿Existe otra literatura de la transfiguración con el suficiente valor estético y literario que la obras tradicionales? La respuesta es: por supuesto que sí, por lo que es preciso hablar un poco de ello mediante el origen de la metamorfosis.

En el ambiente literario, este concepto encuentra su origen en la mitología. Por medio de la tradición oral se ha vinculado con la construcción de leyendas y fábulas. Este tópico, clasificado como uno de los temas del «yo», se centra en la transgresión de separar a la materia del espíritu humano y viceversa. Sin embargo, considero que centrarse en la división materia-espíritu nos privaría de ver a la metamorfosis como un posible medio de renovación.

Y es con relación a la posibilidad de cambio, muerte y resurrección que, para abordar este tema, vale la pena analizar dos cuentos de Adela Fernández partiendo de la crítica literaria desde una mirada feminista, mediante el uso de la tematología, rama de la literatura comparada que estudia los «materiales» de los que está hecha la literatura. De esta forma pretendo mostrar cómo la querida Adela escribe sobre el cambio, un tema familiar para nosotras, dado que las transformaciones (físicas o mentales) que experimentamos a lo largo de nuestra vida son a veces drásticas, mientras que otras permanecen sutiles pero constantes. Por consiguiente, a estas suele restárseles atención por verlas como asuntos de menor interés, donde lo femenino se vuelve cliché.

Para retomar lo expresado por Chimamanda Gnozi Adichie y evitar caer en el peligro de la historia única, es preciso hacer nuevas lecturas sobre la metamorfosis y el cambio físico y alegórico. En ambos cuentos, «La jaula de la tía Enedina» y «Cordelias» aparece un tema que, en dos diferentes manifestaciones, abarca la metamorfosis del cuerpo femenino en dos momentos de la vida: la niñez y la vejez. En espacios considerados domésticos, cerrados, y en la mayoría de los casos oscuros; áreas donde podamos estar sometidas. Sitios que, por mucho tiempo se han vinculado al rol de la mujer, limitados por las paredes del hogar o con los muros impuestos por la sociedad. La posición de la mujer en la diégesis, el universo de cada cuento contribuirá al análisis de la metamorfosis de acuerdo con dos términos propios de la tematología: el tema y la tematización.

Luz Aurora Pimentel en «Tematología y trastextualidad» (1993). Menciona que tema es «asunto, materia, cosa de la que se trata en una conversación, escrito, conferencia, etc. El tema tendría entonces un valor abstracto: la materia prima a desarrollar en un discurso.» (p.216). En este sentido, la metamorfosis como tema será el asunto o la materia acerca de la cual se escribe. Por otro lado, tematización es un término que retoma Pimentel de acuerdo con la definición de Greimas donde se menciona como «procedimiento de conversión semántica, la tematización también permite formular de manera diferente, de manera siempre abstracta, el mismo valor. Así, por ejemplo, se puede tematizar el valor «libertad». . . como «escape espacial» (y figurativizado en una etapa posterior, como embarque para mares lejanos)». En este caso, la tematización muestra un concepto que ha sido reformulado de manera abstracta, como si se tratara de una alegoría. Sobre Adela Fernández, considerada una maestra del relato siniestro, se menciona lo siguiente:

…sus cuentos no son fáciles de clasificar y parecen surgidos de sueños o pesadillas, pero al volverse realidad trastocan las concepciones y los valores de los lectores. Hay en sus textos una atracción morbosa que permite cuestionarnos los instantes de extrañeza a los que tememos que Adela Fernández convierte en piezas dignas de un museo de los horrores. El terror que plasman, sin embargo, no es significativo por las criaturas que habitan en sus textos, sino por las actitudes de la gente normal que ocasionan los desenlaces monstruosos. Cada cuento es un sumergirse en el inconsciente, pero de tal manera que al abrir los ojos (al cerrar el libro) uno quisiera caer en esas duermevelas para comprender mejor, valorar de otra forma, lo que hallaremos al estar en la vigilia. (Hernández Acosta, 2021párrafo 14).

En «La jaula de la tía Enedina», la metamorfosis está tematizada, dado que, a través del relato, el personaje narra su vida: el conflicto de la soledad y el rechazo al que ha sido relegado de acuerdo con su origen racial. Adela Fernández emplea deícticos de tiempo que ayudan a identificar las prolepsis que marcan la madurez del hombre y cómo es su relación con la tía Enedina, antagonista de la historia.

El desamor, la enfermedad mental, el abuso sexual, el racismo y el incesto son algunos de los temas englobados por esta tematización. La tía Enedina, considerada otredad por haberse quedado soltera, es relegada hasta el campo de la monstruosidad cuando la consideran loca, luego de que la dejaran plantada en el altar. Lo único que la haría feliz sería tener un canario, para encerrarlo en la jaula que un ser misterioso le obsequió el día de su matrimonio fallido. El sobrino, también discriminado, se aferra a la idea de cumplirle el gusto a su tía, aunque a falta de aves le da «amorosidad» clandestina. Adela Fernández emplea una habitación oscura, un espacio concreto, donde la anciana está encerrada. El abandono, la «locura» y el descuido moral al que se atiene la tía Enedina son los elementos que la transforman:

Entré al cuarto… ella, acostumbrada a la oscuridad, se movía de un lado a otro. Se dio cuenta de que su agilidad huidiza me pareció fascinante. Apenas podía distinguirla, ya subiéndose a los muebles o encaramándose en un montón de periódicos. Parecía una rata gris metiéndose entre la chatarra. Se subía sobre la jaula y se mecía con un balanceo algo más que triste. Era muy semejante a una de esas arañas grandes y zancudas, de pancita pequeña y patas frágiles. (p.5)

La tía Enedina muta (aunque no literalmente) en una gallina clueca, que luego de tener sexo con su sobrino ha podido dar a luz a dos niños, a los que cría como aves y alimenta con alpiste. En este caso, la tematización es empleada por la autora para abordar temas delicados e incómodos; recurre a lo siniestro para visibilizar los estragos del rechazo, de la discriminación y del abandono de los adultos mayores, así como el tabú de la salud mental y el incesto. Sin olvidar que la depresión es un trastorno que afecta mayormente a las mujeres.

Por otro lado, «Cordelias» presenta a la metamorfosis como tema. Una niña es abandonada y se queda a vivir en un pueblo, el cual se aterra después de que, cada vez que Cordelia se refleja, su cuerpo se divide y las niñas se multiplican indefinidamente. Este texto ocurre en un contexto de resistencia al abandono de los padres y sirve como el contraste entre la infertilidad de la tierra y la carencia económica de los habitantes de la aldea a donde la niña llegó. Considero a la duplicidad como una forma también de metamorfosis, puesto que, en la división celular, la célula madre se convierte en dos células hijas y Cordelia «madre» presenta un cambio en su estructura molecular, puesto que tiene la facultad de duplicarse al contemplar su reflejo.

Cordelia es huérfana y se duplica para prolongar su especie, su existencia es resiliente y soporta la desconfianza de la aldea. Incluso llega a creerse que su origen viene de una metamorfosis previa: «como no encontraron esta vez elotes a lo mejor se había transformado en una niña, hija de la deidad del maíz» (p.22). También existen los elementos del encierro y la oscuridad, aunque en menor proporción. Cordelia es considerada monstruosidad y se le pide a su madre adoptiva que la guarde en casa.

Los aldeanos reaccionan: «En lugar de cristales hay oscuros de madera en las ventanas. Y cubren sus vasos y ollas con paños y eclipsan todo lo que pueda parecerse a un espejuelo» (p.23). Incluso pintan los espejos de negro, «que si tal vez era el mismito diablo que en imagen de aparente inocencia había llegado al pueblo para desatar la maldad y una cadena de desastres» (p.22). Las Cordelias se rebelan y disfrutan de atormentar a las personas como compensación por el abandono en una caja de verduras. Cordelia «madre» y su estirpe desafían al negro y al encierro; no se dejan encarcelar y se convierten, por convicción, en «monstruo», con la oportunidad de pasar de víctimas a victimarias.

 Si se vuelve al comienzo, ¿existe otra literatura de la transfiguración con el suficiente valor estético y literario como para ser leída y convertirse en clásica? Sí, ¿canónica? Adela ha recuperado el lugar en la narrativa mexicana que anteriormente se le negó. Por supuesto, no considero que el único fin de la escritura sea el reconocimiento de la academia, sino que empieza como un ejercicio creativo de denuncia y de catarsis, además de un fin estético.

Más allá de una meta de reconocimiento comercial, es preciso que se exploren escrituras nuevas y experimentales, así como redescubrir a quienes siempre estuvieron en la escena literaria, pese a que los reflectores no se centraban en ellas. El fin del arte es entretener y causar un efecto. La literatura no es mímesis, sino representación de la realidad, y los lectores pueden encontrar muchas más opciones de lectura, lejos de la etiqueta «clásico», dado que, si bien también el arte es subjetivo, siempre habrá otras formas de contar, sin dejar de lado que tanto la teoría como la crítica literaria son de gran ayuda al momento de hacer un análisis porque permiten segmentar los textos y poner sobre la mesa cada idea, imagen y símbolo con el fin de poder visibilizar esos elementos que hacen valioso a un escrito, como el legado narrativo que nos dejó nuestra querida Adela.

 

Fernández, A. (2003). Duermevelas, Aliento.

Gnozi A., C. (2018). El peligro de la historia única. Penguin Random House.

Hernández Acosta., M.A. (2021). Adela Fernández, una maestra del relato siniestro. Armas y letras http://armasyletrasenlinea.uanl.mx/2021/03/adela-fernandez-una-maestra- del-relato-siniestro/ 

Pimentel, L. (1993). Tematología y transtextualidad. En Nueva Revista de Filología Hispánica. 41 (1). 215-229.

De la Ciudad de México, soy un conjunto de características a veces cursis, otras animalescas, pero mayoritariamente misántropas en el alma de una escritora contemporánea.

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