Desde pequeña los hombres sombra siempre estuvieron acechándola: se formaban desde un punto diminuto, prendiéndose de un pensamiento, devorando toda su luz, volviéndose grandes, pesados. A veces bastaba con una fuerte sacudida de cabeza para desvanecerlos en el aire, otras con un estímulo intenso: un sonido fuerte, chasquidos de dedos o la amorosa voz de su madre. Pero también estaban los más insidiosos, los que aguardaban a la hora de dormir para atarla con cuerdas tejidas de pesadillas, amordazándola con visiones catastróficas mientras pegaban sus hirvientes bocas en su nuca y sienes para saciarse; solo el abrazo cálido de papá lograba despertarla, rescatándola de la oscuridad.
“Pensamientos intrusivos, terrores nocturnos, parálisis del sueño”, fueron los argumentos del psicólogo infantil. Su abuela, al saberlo, le enseñó a dibujarse una runa en la frente, lo cual por mucho tiempo sus padres creyeron era la señal de la cruz ayudándole con su ansiedad.

Angélica Ramos. Cofundadora de Nautas de Letras, colaborativo de escritores independientes con el cual en 2018 publiqué la antología Amoxtli de Cuentos Fantásticos. Publicada con mi relato corto “Las Pequeñas Muertes” en Extrañas Develadas (2022), “Casa Vacía” para Cósmica Fanzine (2022) y participé en la Jornada de No Violencia Hacia las Niñas y las Mujeres con el cuento “La Delgada Línea” para Red de Narradoras México.

