El osezno Coby ya llevaba tiempo en la cueva esperando y buscando la salida o, más bien, el lugar por donde podía llegar más rápidamente con su otra parte del alma, su persona. Desde que había abierto los ojos, sabía que iba a reunirse pronto con ella. Muchos otros animales habían despertado y habían encontrado la salida, pero Coby seguía allí.
Nadie más estaba despierto salvo él y la pantera Loba. Ella llevaba aún más tiempo esperando que Coby; incluso ya era adulta.
—No te preocupes tanto en buscar, Coby. Vas a encontrarla cuando esté lista.
Pasó un rato. Finalmente, Coby vio un hueco entre unas piedras. Se acercó y se asomó por un túnel iluminado que era justo de su tamaño.
—¡Loba! La encontré. Voy a conocer a mi persona y ver el mundo.
Loba sonrió y se echó. Se volvió a quedar sola, pero no por mucho tiempo.

Nací el 25 de agosto de 1996 en la Ciudad de México. Crecí en Tampico, Tamaulipas, hasta que fui a la Ciudad de México a estudiar la carrera de Biología en la UNAM y una maestría en Ecología. Me interesa la literatura, la traducción y las lenguas. Siempre estoy acompañada de libros, perros y gatos.

