Entré al círculo creyendo que iba a escribir desde el deseo, y terminé deseando desde la escritura.
Experimenté sensaciones que no me había permitido antes, y a partir de una de ellas nació el texto que titulé El vapor violeta (https://especulativas.com/2025/08/06/nikte-requejo-mendoza-vapor-violeta/). No era solo una imagen: era mi cuerpo diciendo por fin “aquí estoy”.
Era una historia que ya había hablado antes, en terapia, con amigas, incluso con mi familia. Pero fue la primera vez que la escribí. Y la primera vez que la imaginé desde lo especulativo, dejando que la imaginación fuera la directora de orquesta de todo lo que se estaba generando. Algo se movió distinto cuando no solo dije, sino que escribí, y escribí desde el cuerpo.
No sabía que podía nombrar el gozo sin nombrarlo, o narrar el dolor convertido en deseo.
Viví un espacio de sororidad, de compañerismo y acompañamiento. Escuché textos nacer desde los cuerpos de mis compañeras, desde sus experiencias, sus búsquedas, sus heridas y placeres, pero sobre todo, desde el deseo. Ese deseo que se abría paso entre palabras, silencios, ficciones y memorias, y que cada una escribió desde donde pudo y quiso.
En Especulativas, la ficción no fue un escape: fue un lugar seguro para decir cosas que antes no sabía cómo nombrar.
Me regalé otra forma de escribir, de imaginar, de escuchar a otras y dejarme tocar por lo que traían. No escribí sola: escribí acompañada, sostenida, inspirada.
Y, sobre todo, me reencontré conmigo.
5 cosas que aprendí sobre reimaginar el deseo en Especulativas
1. No siempre se escribe desde el deseo; a veces se desea desde la escritura.
Entré al círculo pensando que iba a trabajar temas sobre el deseo. Pero fue la escritura misma la que me llevó a experimentar sensaciones nuevas, inesperadas, profundas. Mi texto Vapor violeta nació así: desde una sensación que no sabía que podía transformarse en palabra.
2. El cuerpo también puede ser ficción, y eso no lo hace menos verdadero.
Una parte de mi historia ya la había hablado en voz alta, en terapia, con amigas, incluso con mi familia. Pero nunca la había escrito. Y mucho menos desde lo especulativo. Dejar que la imaginación guiara lo que surgía fue una forma distinta de tocar esa memoria, con cuidado, con libertad y con deseo.
3. Se puede nombrar el gozo sin nombrarlo. Y el dolor, desde el placer.
No sabía que podía narrar desde esos lugares sin tener que explicarlo todo. En Especulativas encontré un espacio donde el lenguaje del cuerpo, de la emoción y de lo inefable también tenía lugar. No se trata de ser explícita, sino de ser sincera.
4. Escribir acompañada transforma la experiencia de escribir.
Escuché textos nacer desde los cuerpos de mis compañeras, desde sus búsquedas, sus heridas, sus placeres… y, sobre todo, desde el deseo. Fue como ver obras de arte surgiendo desde el boceto crudo. Me sentí acompañada, sostenida, tocada por sus palabras.
5. La ficción no fue un escape: fue un regreso.
Este taller no solo me ofreció otra manera de imaginar, sino otra manera de acompañar, de dejarme acompañar, y de regresar a mí. Especulativas me abrió un portal para narrar lo que no sabía que podía escribirse. Y ahí me reencontré.

Me llamo Nikte Requejo. Soy neurocientífica de formación, escritora en proceso y cuerpo en constante mutación. Escribo desde la piel, la entraña, la memoria y el deseo: a veces como quien tantea en la oscuridad, a veces como quien enciende una vela para mirar lo que arde.
Vapor violeta nació en un taller donde el deseo se volvió forma narrativa. Es un texto que atraviesa el gozo, la herida, el miedo y la ternura. No busca explicar: quiere vibrar. Fue escrito dejando que el cuerpo dijera primero, y el lenguaje apareciera después.
Agradezco profundamente a Especulativas por ser un espacio donde la imaginación es también una forma de reparación, una forma de ternura radical. Y por recordarnos que la escritura puede nacer —y sostenerse— desde el cuidado.

