Risa entró corriendo al metro. El viaje a Chapultepec la llenaba de emoción; era domingo y todo parecía nuevo. Su padre la tomó de la mano y juntos subieron. Ella se sentó sola en una de las sillas verdes de bio-plástico, mirando fascinada por el ventanal cómo la ciudad se encogía mientras el tren aceleraba sobre las vías.
Cuando la mujer subió, la notó de inmediato. Llevaba una mochila con un llavero de Hello Kitty que flotaba suavemente a su alrededor. Risa sonrió. Luego observó su short negro con detalles violeta neón que pulsaban con su ritmo cardíaco. Pensó que quería uno igual.
Risa, curiosa, dobló una pierna sobre el asiento y comparó: sus piernas, las de su padre, las de la mujer.
—Mira —dijo—, ella tiene los vellos más chiquitos. A mí me encantan los míos porque son largos, como una capa protectora. Me gusta que se parezcan a los tuyos. Mamá dice que ayudan a equilibrar la energía térmica.
El padre sonrió. La mujer también.
Nadie puso cara de asco. Nadie juzgó en silencio a las personas velludas. Cada quien volvió a sumergirse en su visor neural, su audioinmersión, su simulador portátil.
Y el metro, inmune al juicio humano, siguió su curso entre territorios diversos, risas y encuentros fortuitos.

Nací el 21 de marzo de 1988 en Chimalhuacán, Estado de México. Soy aprendiz entusiasta, historiadora, escritora,
editora, acompañanta de aprendizajes mutuos y estudianta de doctorado. He publicado cuentos, relatos y textos académicos en medios digitales e impresos. Con «El llamado» obtuve una mención honorífica en el XXXIX Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia
Ficción (2023).
Tengo experiencia en la coordinación de proyectos colaborativos digitales y actualmente co-coordino Especulativas
e Histórikas, espacios en los que organizo círculos de lectura, cursos y talleres. Escribo por gusto, placer y necesidad.

