Su madre le enseñó que el futuro no se conquista: se cuida. Esa tarde, la joven buscó a su hermana pequeña. Aunque su abuela le advirtió que no fuera a las ruinas, Yolotzin deseaba encontrar a Citlali. El traje era incómodo, el casco pesado y los guantes le quedaban grandes. No se detuvo a pensar en ello. Más tarde, se percató de que la tormenta de ácido reventó las compuertas del canal solar. La chica conectó su núcleo-pulsera al centro de apoyo y susurró la clave “Flor de obsidiana”, así rastreó la ubicación de su hermana. En la pantalla del casco vio a Citlali, quien la miró con sorpresa.
—¿Cómo supiste en dónde estaba? —preguntó.
—Porque eres parte de mí y ninguna de mis partes se deja derrotar —dijo Yolotzin con determinación.
Ambas regresaron a casa. Decenas de lunas menguantes reflejadas en los lentes de Citlali, anunciaron el eclipse solar.

Soy escritora, editora, docente y tallerista. Doctoranda de Filosofia Contemporánea en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Directora y editora de la revista mexicana de ficción especulativa Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura. Autora de los libros: Cartografía de la imaginación (Ecuador, 2023) y Constelaciones imaginarias (España, México, USA, 2024). Docente de Filosofía en el IEMS, Ciudad de México.

